LUIS PÉREZ AGUADO

LUIS PÉREZ AGUADO
Escritor, Profesor e Historiador

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martes, 8 de enero de 2013

¡ QUÉ MALOS SON ! .-


Luis Pérez Aguado
Profesor, escritor e historiador

¡Qué malos son!

Nos fueron  mostrando lo malo que eran. Rebuscaron en sus vidas privadas. Husmearon en sus vacaciones y, sembrando la duda, nos cotillearon, por ejemplo, como se fueron de cruceros (igual que hacemos muchos de nosotros gastando  exactamente lo mismo, pero  ellos, claro, es otra cosa. Es el enemigo a batir).
Una imagen aislada, en ocasiones rebuscada, ante una apetitosa comida con mariscos -que un interesado comentarista  sabrá sacarle provecho y un editor, con la misma perfidia, colocará en el sitio adecuado el día oportuno- será motivo suficiente para que nos lancemos a la  yugular de todos los del gremio. 
Somos así de simples y no hace falta que nos cuestionemos más verdades que el  hecho narrado. El feroz egoísmo que mora en nuestro interior hará lo demás. La antipatía y el fuerte arraigo que tenemos los humanos para aceptar el  desprestigio como animal de compañía puede con nosotros. No hay guapos ni feos, todos sucumbimos y consentimos en agrandar la bola, aunque sepamos a ciencia cierta que hay medias tintas y  no siempre todo es autentico ni completa verdad.
Es sorprendente lo que puede dar de sí un reloj que hace treinta años fue regalado a un destacado sindicalista por un sector gremial italiano dedicado al submarinismo, claro que  la consigna es desnaturalizar los hechos y dejar entrever que el reloj es producto de lo mucho que gana  en el sindicato. 
A la postre, los que más tienen que esconder, lanzan mensajes sobre la inutilidad de los sindicatos, el derroche económico, la politización de los mismos, la cantidad de  liberados que hay sueltos por ahí, y finalizan con  un sinfín de improperios como “que se pongan a trabajar, que son unos gandules”.
Me parece que a estas alturas no estamos en disposición de defender  ni poner la mano en el fuego por nadie. En todos los grupos y profesiones siempre ha habido vividores y aprovechados y no nos toca a nosotros poner en cuestión la verdad o mentira de los hechos.
Lo cierto es que nos desgastamos dando valor a los defectos de los otros. Nos  dejamos llevar por el resentimiento y no vemos que detrás de tanta arenga existe la intención de solventar los intereses de una minoría muy privilegiada y  que, para ello, necesita acallar cualquier atisbo de protesta contra las políticas antisociales.
La  antipatía y la tirria van calando. La información basura, interesada y distorsionada, cumple  su papel. La turba de hipócritas -que no se  compromete con nada, pero se acogen a los beneficios obtenidos por los otros-  sigue la consigan del líder, que está ahí para ser adorado. El pensamiento único de la horda descerebrada, sin criterio, la  cacarea sin más. La adoración al adalid lleva a eso. La  contraseña se lleva a rajatabla, no se discute.
Por eso pretenden una educación aberrante para que el ciudadano, sin criterio propio, pueda ser fácilmente manipulado y no tenga conciencia de lo que pasa a su alrededor. Como al borrico al que se le colocan  orejeras para que no mire para los lados  o se le pone una zanahoria delante para que sólo vaya en una dirección, así  nos quieren los que se dicen más patriotas que nadie y que, realmente, utilizan la bandera para defender sus intereses de clase.
No quieren que el ciudadano se  entere que los enormes beneficios y privilegios fiscales del gran empresariado financiero del país se hacen a costa de los sacrificios de  las clases populares, a las que, sin miramiento alguno, se les está dejando en la cuneta. Por eso estorban los sindicatos, por eso no quieren huelgas que defiendan los derechos  del trabajador.  No les interesa que el liberado sindical pueda seguir defendiendo a las trabajadoras contra el jefe acosador, que consiga indemnizaciones  y mejor trato cuando  correspondan porque lo que conviene a los grandes es que haya precariedad en el empleo, se sometan a los asalariados, disminuyan los servicios básicos y retrocedan los derechos sociales y laborales, conseguidos, en buena parte,  a lo largo de muchos años de penuria por los sindicatos.
Por eso, los mismos que  distorsionan y exageran la cifra de liberados sindicales ocultan  la  tropa de enchufados que han colocado en las instituciones financiadas con cargo al contribuyente; igualmente, callan que hay casi 8,5 veces más liberados empresariales que sindicales; ponen en entredicho los gastos  y el uso del dinero de los sindicatos, pero ¡Y tú más!  procuran disipar  los 16 millones de euros que los partidos reciben de dinero público cada tres meses ni comentan que la principal fuente de ingresos de la patronal empresarial  (Confederación Española de Organizaciones Empresariales, CEOE)  es de las subvenciones públicas o  que las fundaciones, otro gran  invento para beneficio y gloria de los grandes partidos, se han tragado este año que acabó -según recoge el Boletín Oficial del Estado- 900.000 euros de los que 529.849, casi el 60%, se ha ingresado en exclusiva a la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) que dirige José María Aznar.
Ya es hora de preguntarse si  lo que pretendemos del futuro es una sociedad anestesiada y  abúlica o, por el contrario, un pueblo preparado que sepa distinguir entre una disertación honesta y una arenga engañosa. Entre un político serio y un charlatán de feria. En tal caso, tendremos que empezar por informarnos mejor de lo que realmente pasa a nuestro alrededor y no conformarnos con las historias que nos cuentan.
Yo no he dicho nada
VEGUEROS S.M. "Por eso pretenden una educación aberrante para que el ciudadano, sin criterio propio, pueda ser fácilmente manipulado y no tenga conciencia de lo que pasa a su alrededor"

miércoles, 12 de diciembre de 2012

BOTES DE HUMO PARA OCULTAR LAS MISERIAS.-


Luis Pérez Aguado
Profesor, escritor e historiador

Botes de humo para ocultar las miserias

Tirar la piedra y esconder la mano es uno de los deportes más populares y practicados  en este país. Generalmente, esa  sucia faena  suele ir acompañada de lanzamientos de botes de humo que son arrojados sin miramiento alguno contra la frente del prójimo para tratar de ocultar las  miserias propias  y  malas praxis de los que lo practican. Dirigentes que se meten con la madre del contrario para ocultar su ineptitud, dueños de supermercados que dicen que hay que trabajar como chinos y llaman gandules a sus empleados para ocultar el enriquecimiento que le está proporcionando el sudor de los que maltrata o insinuar que el adversario posee cuentas en paraísos fiscales para que no se detecte  que son mucho más abultadas las suyas y la de sus  familiares, son prácticas que están a la orden del día.
Esta mezquina forma de actuar suelen  emplearla los avariciosos que quieren ganar más a costa del sudor del prójimo. Y, para conseguir sus fines, no les importa arrastrar y desacreditar a los que creen que en el futuro les pudieran estorbar o desafiar. El actual vicepresidente de los empresarios españoles, está bonito, él, mientras recibe cuantiosas subvenciones (que trata de ocultar) para sus cafeterías instaladas en sedes gubernamentales, arremete, aprovechando su tribuna contra los funcionarios acusándoles de gandules y a los sindicalistas de vividores.
El  anterior presidente de los empresarios españoles  atacó, cada vez que pudo, a los trabajadores porque tenían que “cobrar menos y  trabajar más” pues su codicia  y voracidad le obligaban a  amasar cada vez más dinero que desviaba a sus cuentas en Suiza. Mientras se enriquecía, hundía tramposamente sus empresas y dejaba en la calle sin consideración alguna a miles de   empleados, Hacienda le devolvía dinero y se permitía el lujazo de contribuir  con grandes sumas de dinero a las campañas electorales del gobierno que actualmente desgobierna en España. Ahora ha sido detenido por alzamiento de bienes y blanqueo de capitales.
No parece que los altos cargos de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), hayan estado muy finos qué digamos  ni siquiera son buenos referentes para la sociedad, pues en lugar de crear riqueza parece que lo que les interesa es aprovechar su posición privilegiada para, con la mano de atrás, conseguir contratos públicos y, con la otra, exigir  austeridad a los demás o llevarse el dinero a paraísos fiscales para no pagar impuestos mientras pregonan a los cuatro vientos que los servicios públicos son insostenibles como suelen expandir el presidente de CEPYME y el vicepresidente de CEOE  (otra vez Arturo  Fernández) que están en un sin vivir continuo planteando la  reforma del sistema de las pensiones para garantizar que la  Seguridad Social sea sostenible, por lo que piden volver a debatir sobre los tiempos de cálculo para cobrar estas prestaciones.
Lo triste del caso es que los vividores charlatanes, a pesar de que vienen siguiendo políticas económicas que han arruinado a muchos pequeños y medianos empresarios, siempre han tenido seguidores entre las élites empresariales, principalmente, si  éstos intuyen que  tras estas frases rotundas pueden conseguir un enriquecimiento fácil.
Desacreditar a los sindicatos es otra de las modas y a ellos, con el velado objeto de reducir salarios a  costa de quien sea,  dirigen, estos  paladines de la patronal, las más tremebundas afrentas y descréditos tratando de crear confusión con sus actuaciones y con el número de  liberados sindicales, pero callan los más de 35.000 liberados patronales que tienen las empresas privadas españolas. Lo que significa que hay casi 8,5 veces más liberados empresariales que sindicales. Pero de lo que se trata es de desviar la atención. Son miles de abogados, técnicos y secretarios que viven del  entramado de más de 5.000 agrupaciones que dependen de la CEOE y se dedican a jornada completa, a defender sus intereses. 
Cierto que las retribuciones de los empleados de la patronal salen, en parte, de las cuotas empresariales, pero son las subvenciones públicas la principal fuente de ingresos de la CEOE (400 millones de euros, tanto del Estado como de las comunidades autónomas)
Estos son los datos:
La cúpula de la CEOE da empleo a 130 personas. Las 55 organizaciones territoriales, a 1.600, y las 175 sectoriales, a 2.000. El resto hasta 35.000 son empleados de agrupaciones de base.
Las patronales mayores cuentan con 486  sedes,  las territoriales (55) con 334 sedes, y las sectoriales, muy superiores en número, tienen 148. La cúpula de la CEOE tiene cuatro.

Con las agrupaciones de base serían muchas más.
Así que no nos engañemos, la patronal, aunque trate de ocultar la viga que tiene en sus ojos, también vive del Estado.

VEGUEROS S.M.  "Botes de humo para ocultar las miserias"

martes, 4 de diciembre de 2012

CONCEJALES QUE SE CREEN DIOSES.-

Luis Pérez Aguado
Profesor, escritor e historiador

Concejales que se creen dioses

Increíble. Hay asuntos que por absurdos y temerarios son difíciles de creer.  Pensé, precisamente  por lo irracional del tema, que había oído mal y lo deseché sin prestarle mucha atención. Pero el desatino me volvió a llegar en otra ocasión.  Volví a pensar lo mismo: Alguien se equivoca, seguro que lo entendió mal. Pero ahora, con  la normativa en la mano, mi incredulidad se ha transformado en  rabia e impotencia. Me cuesta imaginar la cara de estúpido que  me habrá quedado al comprobar que eran certezas lo que mi  pobre intelecto se negaba admitir.
Resulta que un muy ilustre ayuntamiento (me da vergüenza admitir que es canario) pretende cobrar determinadas cuotas a todo mortal que utilice los rincones y  plazas públicas del municipio. O sea, que las altruistas asociaciones de vecinos, los colectivos juveniles, los grupos que pretendan dinamizar su barrio, compartir alegrías con los vecinos, hacer más llevadero los sinsabores de la vida o  desarrollar una labor social tendrán que pagar por hacer algo que correspondería realizar (y que no hacen) a  esos elegidos que imponen la norma.
Cuesta admitirlo. Sigo pensando en lo irracional del tema y no tengo más remedio que darle la razón a quién afirmaba que entre más conocía a la raza humana  más simpatía sentía  por su perro. A veces me canso de ser hombre, decía Neruda. No es para menos. Yo también  me avergüenzo de la estupidez humana y, con bastante frecuencia de ser humano, incluso.
 Y, a todo esto, yo me pregunto -porque alguien tendrá que hacerlo, digo yo-. ¿De dónde han salido éstos lumbreras? ¿Dónde han estudiado para llegar a sacar tan brillantes ideas? ¿Realmente, son humanos? ¿Viven entre nosotros? Porque, de ser así, han puesto demasiada distancia entre su privilegiada vida política y la cruda realidad social, que parece que les queda lejos y, por tanto, no entienden. El mundo, creo yo, está ya  bastante achuchado para que nos salgan con esto.
Porque analicemos las cosas fríamente. Sin ambigüedades ni pasiones ideológicas partidistas. Si partimos de la base  que el gobernante está para sacarnos de apuros y no para mandarnos a la indigencia ni hundirnos en la desgracia, entonces ¿no es a ellos, a los elegidos,  a quienes corresponde buscar formulas para que seamos (o por lo menos nos sintamos) más felices? ¿No deben ser los representantes del pueblo (pagados por este pueblo) los que busquen soluciones para dinamizar la vida de los barrios?
Cuesta entender cómo unos representantes del pueblo, que son  terriblemente  eficaces en legislar para sus bolsillos, son incapaces de establecer normas  justas para los demás. Está claro que la conducta y el buen proceder ya no forma parte de la ética  del  político. Parece que necesitan pegarse con los demás para demostrar  quién es el amo. En este caso, el enemigo, evidentemente,  son los ciudadanos, esos pobres de espíritu que si, quieren hacer altruismo -después de abonar religiosamente la cuota establecida- tendrán que utilizar  profusa y abundantemente  Fairy del bueno  (por supuesto, abonado con los bolsillos de los vecinos) para que el espacio utilizado  del evento quede como la patena de limpia. Otra de las exigencias impuesta por los iluminados de turno
Lo cierto es que el  afán recaudatorio (si no son otros los oscuros intereses) no  les deja pensar con coherencia y, algunos, con el beneplácito de otros, toman decisiones y hacen normas tan necias y simplonas (por ir a lo más fácil y hacer lo de siempre, sin originalidad alguna, lo de simplona) como éstas que lo que hacen es paralizar y enrarecer la vida de los barrios. Realmente, no  parece que se hayan estrujado mucho el cerebro (si lo tienen). Incluso, es para dudar, que hayan ido a la escuela  y si, alguna vez, lo hicieron está claro que  la escuela no pasó por ellos.
El problema de los expertos espabilados  que trabajan (es un decir) en  los ayuntamientos y que  lo hacen por  “su propio” bien -aunque irónicamente lo quieran maquillar llamándole  bien común- y por “su” interés general,  es que seguirán estando ahí, viviendo del cuento y de los contribuyentes, mientras el ciudadano de a pie no tenga la facultad y posibilidad de  elegir  a quién, según su libre conciencia, sabe o considera que es honesto, porque las listas electorales no son abiertas y las confeccionan, generalmente, otros listos, que  buscan un interés ideológico, que no siempre coincide con el bienestar social de los vecinos.
Y así seguiremos  soportando gobernantes que hacen de la estupidez su manera de vivir,  concejales prepotentes que se creen dioses,  que a capricho, por venganzas o veladas intenciones cierran locales culturales y sociales, que defenestran magníficos y eficientes  bibliotecarios. Así entienden ellos el servicio a la comunidad. Lo grave es que su irracional egoísmo está acabando con las buenas maneras y la convivencia  entre los vecinos. Y si esto está pasando en nuestro pequeño espacio sideral  y los demás  dejamos que suceda es que algo  no debe ir bien en el ser humano. Los cabezas pensantes seguirán haciendo y deshaciendo a su antojo, imponiendo sus retrógrados criterios  y rigiendo los destinos de los demás con su personal y egoísta arbitrariedad. Dentro de poco, ni derecho al pataleo.
VEGUEROS S.M. "así seguiremos  soportando gobernantes que hacen de la estupidez su manera de vivir,  concejales prepotentes que se creen dioses..."

jueves, 22 de noviembre de 2012

ROSTROS SIN SONRISAS


Por: Luis Pérez Aguado
Escritor, Profesor e Historiador


ROSTROS SIN SONRISAS
            
 Las desgarradoras imágenes que nos llegan estos días de Gaza nos pone la carne de gallina. Aunque, generalmente y por desgracia, sólo se queda en eso. En unos sarpullidos que pronto desaparecen de la piel. Nos impresionan al principio, pero terminamos acostumbrándonos. Quizás sea porque el conflicto nos queda lejos. Lo cierto es que acabamos olvidándonos de las terribles secuencias.
 Siempre ha sido así desde que el mundo es mundo. Palabras grandilocuentes al principio, denuncias, censuras, conferencias y, al final, olvido sin haber hecho nada positivo. Resulta paradójico que en el mundo del  resplandor de la técnica y de la ciencia no hayamos sabido encontrar el camino de la pacificación.

             Nada extraño, por otra parte, si tenemos en cuenta que la mente de gran parte de los habitantes de este planeta está dominada por la suspicacia y la desconfianza, razones y pretextos oportunistas suficientes para que la carrera armamentista fomente las guerras actuales y sirva a la violencia  transgrediendo la integridad territorial de los pequeños estados y avivando la ambición desmesurada de los grandes.
             Los encarcelamientos políticos o la censura previa son perfectamente identificables como atentados a los derechos humanos. Sin embargo, se disculpa mucho más fácilmente la carrera armamentista y el tráfico de armas. Es una actividad callada y pasada por alto por casi la totalidad de los gobiernos, en especial, por los más responsables de esta ciega carrera. Y no nos debe extrañar este silencio si observamos que casi todos están involucrados, como fabricantes unos y como compradores otros, en uno de los más fabulosos negocios del mundo.
            Triste panorama de un mundo en que los humanos no tienen  tiempo de amarse. Hay odio, rencores, luchas…Todo se redime a través de las trincheras, de las bombas. Falta la paz, la concordia, el entendimiento entre los individuos, entre las clases sociales y los pueblos.
            Es ciertamente muy cómodo hablar de violencia sentados tranquilamente. Pero hay un aspecto de la violencia que vence todas las vergüenzas: los niños, los muchachos y muchachas arrojados de bruces sobre esa realidad que le es tan próxima.
            Niños solos. Terriblemente solos. Con su llanto, su hambre y su ausencia de familia. Unos rostros sin sonrisas despertados tempranamente de sus sueños. Seres que solo tendrían que pensar en estudiar o en correr tras un balón. En muchas partes de nuestro mundo ya no hay niños ni niñas. Sólo hombres y mujeres de tres o seis años porque en su corto tiempo de vida sólo han visto miedo y dolor, enfermedad y hambre.
       Niños a los que manipulan su idealismo. Niños que son reclutados, entrenados, aleccionados y obligados a matar.
          Muchos pueblos arrasados. Muchas tumbas anónimas y, entre escombros, unos ojos grandes, enormemente tristes, espantados, ojos de seres inocentes, ojos de miles de pequeños que no han tenido infancia, ni muñecas, ni balones. Niños, niñas que siguen sin sonrisa. Y un niño que no sonríe, no es un niño.
               Eso es lo terrible: hacer desaparecer la sonrisa de un niño.
VEGUEROS S.M. "un mundo en que los humanos no tienen  tiempo de amarse" 

martes, 16 de octubre de 2012

SUBIDOS A LA HIGUERA.-


 
Luis Pérez Aguado
Escritor, Profesor e Historiador

Subidos a la higuera
                                                                                                          

            Hace tiempo que dejaron de mirar a los ciudadanos directamente a la cara. Se subieron a una nube y allí se quedaron. Otros lo hicieron a la higuera y ahí siguen. Luego les dio por ejercitar el descrédito  sobre los servicios y empleados públicos. No se olvidaron de los sindicalistas tampoco. Había que echar balones fuera, poner cortinas de humo y desviar la atención para ocultar la ineptitud de algunos, los chanchullos de otros y los privilegios de todos. Maestros,  profesores, controladores aéreos, médicos y así todos los funcionarios y servidores públicos fueron pasando por la piedra. Nada ni nadie les importó. Todos fueron objeto de escarnio. Los demás les reímos la gracia y contribuimos a su defenestración. Ahora parece que  les toca el turno, pero no están dispuestos a consentirlo y todos a una, como Fuenteovejuna, se revuelven como fieras acorraladas.
Se suceden los insultos para quienes se  atreven a señalarlos con el dedo. A pesar de ello,  siguen pavoneándose alegre y abiertamente de violar las leyes, de modular a su personal criterio la libertad de expresión, aunque ello les lleve a situarse  fuera de la Constitución como señalan los Jueces para la Democracia;  a despreciar y vilipendiar a los jueces y a todos aquellos que no les siguen el juego y jactarse de  hacer las leyes de Costas, por ejemplo,  con ayuda de  empresarios amigos (si es un ex ministro, mejor) con intereses en el litoral.
Tampoco parece que le guste mucho a la vicepresidenta del Gobierno  que la encasillen en el grupo de la clase política decadente, por lo que pide   a los contribuyentes que no  generalicen, que todos no son iguales.
Y en eso la señora vicepresidenta tiene razón. Efectivamente, hay políticos que ejercen con dignidad su función de políticos. Que son honestos y dignos. Que no tienen casi vida familiar por dedicar todo su tiempo al pueblo al que  sirven con entusiasmo. Son servidores entregados que merecen toda nuestra consideración y admiración. Son imprescindibles en nuestra sociedad. Pero, igualmente, hay funcionarios, médicos, bomberos, policías, sindicalistas… que trabajan, que son honestos y que aman su profesión. También son imprescindibles. Pero para ellos no se le escuchó  alegato alguno  en su defensa, más bien lo contrario, les tildaron a todos por igual  de vagos y privilegiados, porque esa era la consigna. Y qué a gusto quedaban cuando unos tragaban y el resto seguíamos sus amaños.
Pero ahora, quién, con tanta vehemencia, pide que no se generalice no se sonroja lo más mínimo cuando, por la violencia de unos pocos, continúa generalizando y considerando violentos a todos los que se manifiestan en la calle para pedir lo que creen que les corresponde, o aún más grave, si cabe,  cuando es el propio presidente del Gobierno  el que lo hace y aplaude a una mayoría silenciosa por haberse quedado en casa y no participar en algaradas y gritos callejeros, insinuando que los que estaban en la calle eran unos gamberros violentos. No esperaba el presidente  que unos días más tarde,  un estudio realizado por Metroscopia le mostrara que no conoce la realidad ni la opinión de su pueblo, ya que muchos de esa mayoría silenciosa que se quedaron  en casa y a los que con tanto calor él  felicitó, le reprochan que  lo haga tan mal,  y  el 77 % de los ciudadanos, de igual modo siguiendo la misma encuesta, opina que los políticos en la actualidad son la causa o la raíz de los  problemas. Mala pinta tiene ésto.
No puede pretender la señora vicepresidenta que con estas actitudes los ciudadanos  tengan aprecio a los dirigentes políticos, cuanto más, que saben que los mismos que les exigen sacrificios son quienes más privilegios tienen y no están dispuesto a soltar prebenda alguna ni ser solidarios con los demás. La Mesa de la Cámara, sin ir más lejos, acaba de rechazar el trámite a una iniciativa popular en la que se pedía que los políticos de este país fueran más   prudentes a la hora de otorgarse  favores y redujesen muchos de los beneficios que en la actualidad tienen  por lo exagerados, injustos o abusivos que son.


 Al pueblo le cuesta entender que los diputados tengan la posibilidad y la gracia de elegir un menú  de lujo con cinco primeros platos y otros cinco segundos  a un precio de 3,55 euros, (además de las copas, igualmente muy económicas)  porque está subvencionado para que ellos coman más barato, (850.000 euros de ayuda recibieron este año las cafeterías del Congreso y de la Asamblea de Madrid, cuyo concesionario es el  vicepresidente de la CEOE) mientras que el precio de un menú escolar en la comunidad de Madrid, por situarnos en la misma localidad donde comen los diputados, es de 4,80 y aquellos niños que se llevan su propia comida en el 'tupper' al colegio deben pagar un mínimo de 3,80 euros. En la Comunidad Canaria el menú en los centros de titularidad pública es de 3,80 euros la más alta, ya que existen tres modalidades dependiendo de las rentas familiares. Igualmente, cuesta comprender, señora vicepresidenta, que con el dinero de los contribuyentes se paguen  3.700 euros al mes para que los altos cargos, que tienen unos voluminosos sueldos, coman gratis los viernes.
Si la vicepresidenta no quiere que todos los responsable políticos sean mirados por el mismo rasero debe procurar que todos los españoles, vivan donde vivan, tengan las mismas oportunidades; que el “agüita”, por ejemplo, cueste a todos por igual, tanto si residen en unas islas o sí habitan  en la Península Ibérica. Eso, si no quiere que los habitantes se vayan a los “extremos” porque comprueban que  los dirigentes de este país, queriendo o sin querer, están avivando y fomentando que haya ciudadanos de primera y de segunda clase.
Cuando cosas tan sencillas como éstas (complicadas, lógicamente, para los que no son capaces de soltar prenda, prebendas, ni privilegios)  se vayan arreglando y el ciudadano de a pie compruebe  que a los incendiarios de su grupo ministerial, que sólo buscan la confrontación para desunir y pescar en río revuelto, se les ha sellado la boca y que todos sin excepción, reman en la misma dirección, será cuando la gente les tenga más aprecio, mientras tanto, no sirven las bonitas palabras (la experiencia ya nos dice para qué sirve hoy la palabra dada, aunque ésta sea jurada ante la Biblia)  si  no vienen acompañadas de hechos. Hechos son amores y no buenas razones, reza el dicho popular.
VEGUEROS S.M. "Hace tiempo que dejaron de mirar a los ciudadanos directamente a la cara".

lunes, 1 de octubre de 2012

A MERCED DE LOS PODEROSOS

A merced de los poderosos

Luis Pérez Aguado

No siempre el binomio político-empresario resultó lo más adecuado ni lo más conveniente para nuestras islas. Con bastante frecuencia hemos vistos como se han pasado los límites establecidos y, desde instituciones públicas en connivencia con determinados empresarios, se han cambiado ordenanzas, se adaptaron o se hicieron leyes ex profeso para favorecer operaciones urbanísticas y proyectos que, definidos de interés general, sólo favorecían a unos pocos. Mientras se llenaran las alforjas poco importaba el daño que provocaran a nuestro medio natural o a las especies protegidas.
Ya me decía un amigo que las leyes son como las salchichas: Mejor no saber como fueron hechas. Esto, que parece un chiste si no fuera por lo dramático, viene a demostrar, que, aunque figure en nuestra Carta Magna, en España no existe separación de poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados representan a los ciudadanos, sino solo a los partidos que los ponen en una lista.

Impasibles, estamos viendo, cada vez con más insistencia, como las leyes se hacen, no siempre a favor del interés general, sino a la medida de intereses particulares, guiados por ideologías, prejuicios clasistas y por las directrices que marcan las formaciones políticas que están en el poder, que más bien parecen inmobiliarias y sucursales bancarias al servicio de los poderes económicos.
Tampoco se queda atrás el nivel de cinismo de nuestros representes políticos a la hora de “colocar” sus desvergüenzas y desmanes a un pueblo, que intentan sea inculto, ignorante y sin criterio, empleando en sus grandilocuentes intervenciones términos que ni ellos entienden, y creo que ni las madres que los trajeron al mundo tampoco. Un ministro, no importa cual, todos son clones y reciben las mismas consignas, ordena un “proceso de regularización de activos ocultos” ¡Tiene tela el enunciado! Luego nos venimos a enterar que se trata de una amnistía fiscal, o dicho de otro modo más bonito, que las leyes del Estado ampararán a los especuladores que durante toda la vida han estado defraudando al fisco. ¡Muy buen ejemplo para los honrados de toda la vida! Es lícito pensar que tras la norma se esconde un trato de favor a los poderosos. Y si alguien se atreve a mostrar su desacuerdo en la calle será tachado, como es uso y costumbre por los que rigen nuestros destinos, de inadaptado social. Y así, con tales palabritas y verborrea, ha pasado con todos los ministros del gabinete tratando de encubrir sus reformas, rescates, farsas y subidas del IVA.
Nos vienen con el cuento de que la sanidad “gratuita” es insostenible, cuando la sanidad nunca fue gratuita sino financiada colectivamente con nuestros impuestos. Esto dicho miles de veces termina por cuajar y creer que el causante del déficit es el enfermo y que, por su debilidad, tiene que ser penalizado con un (re)pago.
Y la realidad, triste realidad, es que la sanidad es un gran negocio. Por eso hay recortes, no porque la cosa vaya mal. Sino porque con la privatización se consiguen pingües beneficios. Y si no que se lo pregunten a los nuevos millonarios, familiares y dirigentes, de la comunidad de Castilla-La Mancha, que ha puesto en manos privadas, nada menos que cuatro hospitales públicos. Esa misma comunidad que disimula un tenebroso programa de recortes con eufemismos como “Plan de Garantía de los Servicios Sociales Básicos” cuando la realidad es que de “garantía” no la tiene ni oculta bajo un sillón polvoriento.
Y todavía no nos aclaran los economistas del dogma de la austeridad el por qué, cuando los estados no pueden pagar pensiones ni medicamentos ni maestros, los más ricos, influyentes y poderosos magnates del país aumentan de forma desproporcionada sus riquezas. O por qué en estos momentos, en que no se puede gastar lo que no se tiene, el Ministerio de Defensa, cuyo titular fue y sigue siendo un poderoso asesor de empresas de armas, se le concede un crédito extraordinario de 1.782,7 millones de euros. O por qué la cartera de Empleo la ostenta quien nunca trabajó (sólo en política) y ahora es la que ha puesto en marcha la reforma laboral más trágica que han tenido los españoles. O por qué tras las privatizaciones los primeros colocados en las empresas privatizadas son los gobernantes que las privatizaron. Por qué a los ministros y dirigentes políticos (aún con la ley en contra) se les permite seguir siendo asesores de empresas privadas.
Y en este río revuelto de la crisis hay ganancia segura de empresarios. Así, por lo menos debe creerlo el Círculo de Empresario de Gran Canaria. Su presidente se manifestó agriamente hace unos días pretendiendo marcar las pautas que debe seguir el gobierno autonómico. Dicho de otra forma, le marcó los deberes para que ellos pudieran crear empleo (o ¿hacerse ricos?) Lo que en principio pudiera ser lo más natural del mundo como tratar de desatascar proyectos que pudieran estar empantanados, resulta sospechoso que su manifiesto haga alusión a aquellos aspectos que sus representantes tengan intereses propios y no en aquellos otros que pudieran ser beneficiosos para las islas. Así por ejemplo, no se tiene en cuenta el desarrollo energético de las islas con energías limpias, capaces de crear empleo cualificado, a pesar de que su manifiesto “plantea grandes cambios con políticas realistas” sí, en cambio, se refiere a las prospecciones petrolíferas en nuestras costas, de las que el propio presidente empresarial pudiera conseguir algún bien para los astilleros de los que es propietario.
Si bien pudiera ser lícito e, incluso, beneficioso, sacar tajada, no lo es tanto cuando está en juego nuestra supervivencia y cuando se utiliza la piqueta para acabar con nuestro patrimonio natural o cuando nuestras costas se llenan de adefesios de cemento sólo para satisfacer el afán de lucro de algunos poderosos. Aludiendo a “una sociedad madura” se pretende llegar a la fibra sensible de los canarios para, probablemente, ocultar otros intereses como el de desmantelar servicios públicos que la iniciativa privada ¡como no! está dispuesta a rescatar con los brazos abiertos y a sustituirlos por otros más modernos y… bien pagados, naturalmente. Por supuesto, está incluido en el manifiesto la educación y la sanidad, que, en algunas comunidades, tras privatizar servicios y hospitales públicos los nuevos propietarios están recibiendo cuantiosos beneficios.
Pero si seguimos con detalle el comunicado de los empresarios isleños notaremos la clara complicidad que existe con una formación política, que no es precisamente la que gobierna en la comunidad, de ahí, posiblemente la agresividad mostrada. Tal posicionamiento se debe, con toda probabilidad, a que el empresariado intuya que con esta formación pueda sacar mejor provecho. Por eso no nos extrañan actitudes de patio de colegio, como la mostrada por un empresario del motor que, después de unas críticas exacerbadas al presidente de la comunidad canaria, se recibiera al poco tiempo en la prensa la noticia del Ministro de Industria anunciando ayudas para dicho sector y un plan Renove, que, finalmente, no pudo ser.
Esta forma de proceder de determinados sectores políticos en connivencia con las oligarquías financieras, que utilizan todo tipo de propaganda y servicios de control para conseguir sus fines es, sin lugar a dudas, uno de los colosales borrones que tiene nuestra enferma sociedad.
Y así estamos, a merced de muchos vividores que tratan de llenarse las talegas mientras la mayoría de los ciudadanos sufre las medidas de ajuste por la, que llaman, crisis.
VEGUEROS S.M. "Nos vienen con el cuento de que la sanidad “gratuita” es insostenible, cuando la sanidad nunca fue gratuita sino financiada colectivamente con nuestros impuestos"

viernes, 21 de septiembre de 2012

LOS VIOLENTOS SON OTROS.-


Luis Pérez Aguado
Escritor, profesor e historiador

                                                       

 Los violentos son otros

              En los países serios funciona la máxima de que “con la mentira se puede ir, pero no se puede volver”. Con frecuencia, en estos países formales una mentira es suficiente para que dimita el mentiroso. Pero aquí, en la  España profunda, no es así. Y no creo que sea por aquello de que España es diferente. Simplemente,  somos un país primario, donde la mentira es un convencionalismo de uso común, un recurso cotidiano aceptado por todos. Por ese motivo, cuando los que acceden al poder lo hacen con engaños, los ciudadanos de este país apenas nos inmutamos. Al pueblo se le ofreció una cosa y se le da otra muy distinta, lo que viene a ser un fraude, pero ¡qué más da!, seguimos impasible el ademán. Poco importa que día a día nos alteren negativamente nuestras vidas. Poco importa que, para pagar el enriquecimiento de los poderosos, quiten derechos a los que menos pueden defenderse, que siempre reciban la parte ancha del embudo los familiares, amigos y otros conocidos ineptos de  cargos públicos (¿o quizás debieran ser llamados “carga pública”?). Ya  definió  Andrea Fabra el programa del gobernante con dos palabras y un taco. Y, aunque quedó al descubierto, no somos capaces de ponerle remedio porque nos gusta ser tratados como menores de edad por el poder.

             Justificamos nuestro inmovilismo alegando que fueron elegidos democráticamente.  ¿Pero quién les legitima para gobernar cuando su acceso  fue con un programa contrario al que vienen ejecutando? No debemos olvidar, por otra parte,  que Hitler también  ganó elecciones  y ya conocemos la historia. El problema está que con esa premisa de haber sido elegidos, se han puesto muy chulitos y están convencidos que pueden hacer y deshacer a su antojo, que tienen potestad, incluso, para hacer leyes discriminatorias en las que unos tienen más posibilidades y derechos que otros.

             En esto si somos diferentes. Y  bastante “masocas”, por cierto. Admitimos, como el que oye llover, que se nos diga de forma insultante y machacona, que es  de “sentido común” indultar a los defraudadores, que “no es de derechas ni de izquierdas, sino de sentido común”, que las “personas sensatas”, que las “personas normales”, que los “españoles de bien” están de acuerdo con estas medidas que han mandado a mucho de nuestros compatriotas a husmear en la basura mientras los poderosos  aumentan sus prebendas. Adulteran el sentido de las palabras hasta hacernos creer que la caridad con quien hay que practicarla es con los ricos y con los indeseables.

         este descaro y prepotencia de considerarse los dueños del mundo ofende profundamente, y más ofende cuando estas medidas son llevadas a cabo por los que tienen asegurado sus riñones y saben que sus hijos, amigos y demás yerbas podrán ir a colegios caros, universidades extranjeras y serán bien colocados en el momento oportuno. Y nos están estrangulando mientras callamos. Silenciosamente, nos roban la felicidad, la salud, la vivienda, la educción, el bienestar, la diversión, el trabajo…, pero si alguno se atreve, si alguien tiene la desfachatez de decir lo que piensa, los que quieren mantener sus prebendas, lo tacharán de violento y será entonces cuando reciba la visita de las fuerzas del orden y sabe Dios que se emplearán a fondo para acallar su voz y la de los  discordantes. Así, los poderosos, tendrán la escusa perfecta para hacer leyes más duras y, cuando nos demos cuenta, ya será tarde. Ya no podremos decir esta boca es mía. A eso conduce la pasividad.

              La madre que acude a la puerta del colegio, que  grita y chilla para hacerse oír, porque ve peligrar el futuro de su hijo, que se le escapa, aún siendo intencionado, un tapper, no es una madre violenta, es, simplemente, una madre desesperada.
  
          Los trabajadores acorralados, los  estudiantes que no van a poder entrar en la universidad, los parados, a los que ya empiezan a tratarse como apestados, que se manifiestan en plazas y calles para protestar por una situación que no les gusta no son inadaptados sociales. No es  terrorista el minero que  lucha por el bienestar de sus familias. Ni  el que se manifiesta por hacer valer sus derechos. Eso no es violencia. Eso es supervivencia y es defensa propia. Violencia sí es, en cambio, cobrarle a un niño por traerse la comida de su casa, mientras la ministra de Trabajo se gasta 3.700 euros al mes en que altos cargos coman los viernes (que debe ser que con los sueldos que se auto adjudican no les llega). 

      La violencia no la ejercen, precisamente, los que están desesperados sino los que la provocan. Los terroristas, los violentos, los inadaptados sociales (términos de desprestigio que utilizan hasta la saciedad los que no quieren perder sus privilegios)  son los  que, amparándose en el poder, quitan  derechos a los más débiles, los que  socavan la reputación de lo público para justificar su liquidación y mantener sus dividendos, los que incitan al malestar social basado en el rencor, la envidia y el miedo, los que, amparándose en las leyes del Estado venden humo para enriquecerse, los que legislan para que las grandes fortunas sean cada vez más grandes, los que provocan que la separación de clases sea cada vez mayor porque saben que de esta forma se crea un envilecimiento social y que, en tiempos revueltos,  la gente tiende a ser más egoísta, más irracional y responsabiliza de todos los males y la falta de trabajo a los de afuera. Así se avienen a perder derechos sociales duramente conquistados que perjudican  los intereses y negocios de los  poderosos.

       En fin, no me esfuerzo más, hay gente que sólo entiende lo que quiere entender.
VEGUEROS S.M. "con la mentira se puede ir, pero no se puede volver"